En el emocionante viaje de la vida, nuestras primeras experiencias se entrelazan con las creencias que formamos, y este proceso comienza mucho antes de que tengamos la capacidad de articular palabras. Desde el momento en que llegamos a este mundo, somos seres indefensos que dependen completamente de los cuidados y la atención de otros seres humanos, generalmente nuestros padres o cuidadores principales. Es a través de esta interacción temprana que empezamos a construir las bases de nuestra comprensión del mundo y de nosotros mismos.
Nacemos sin un lenguaje desarrollado, pero eso no significa que no estemos comunicando constantemente. Nuestro lenguaje es inicialmente corporal y emocional. Expresamos nuestras necesidades, emociones y estados de ánimo a través del llanto, el contacto físico y nuestras expresiones faciales. Estos mensajes son interpretados por nuestros cuidadores, quienes responden proporcionando lo que necesitamos, ya sea alimento, calor, seguridad o afecto. Así, comenzamos a entender que nuestras acciones tienen un impacto en el mundo que nos rodea. A medida que crecemos, nuestros cuidadores también desempeñan un papel importante en la formación de nuestras creencias y perspectivas. Ellos nos presentan el mundo, le dan significado a nuestras experiencias y nos enseñan a través de su propio lenguaje verbal y no verbal. Sus palabras, gestos, caricias y actitudes modelan la forma en que percibimos y entendemos la realidad.
“ Tanto si piensas que puedes como si piensas que no puedes, estás en lo cierto»
(Henry ford)
El lenguaje, en particular, desempeña un papel crucial en la creación de nuestras creencias. Las palabras que escuchamos y utilizamos tienen el poder de evocar imágenes y conceptos en nuestra mente. Cada palabra puede abrir un abanico de posibilidades y configurar la forma en que interpretamos el mundo que nos rodea. De ahí la importancia de reconocer que las palabras crean realidades. Las palabras que utilizamos para comunicarnos con nosotros mismos y las que los demás nos dirigen pueden moldear profundamente nuestras creencias. Estas palabras activan pensamientos, emociones, recuerdos e imágenes que influyen en nuestra conducta y decisiones. A lo largo del tiempo, estos pensamientos pueden volverse rígidos y resistentes al cambio, convirtiéndose en creencias arraigadas. Las creencias son como filtros a través de los cuales vemos el mundo. Nos proporcionan una sensación de certeza sobre cómo son las cosas, incluso si esas creencias no son necesariamente verdaderas desde una perspectiva objetiva. Estas creencias pueden ser beneficiosas, pero también pueden limitarnos. Cuando nos aferramos a creencias inflexibles, perdemos la capacidad de adaptarnos a un mundo en constante cambio.
“Locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados»
(Albert Einstein)”
Es en la familia donde a menudo se establecen muchas de nuestras creencias fundamentales. Las interacciones con nuestros padres y cuidadores moldean nuestras creencias sobre el amor, la seguridad, el éxito y el valor personal. Las palabras y acciones de la familia pueden dejar una profunda huella en nuestra psicología, configurando nuestra autoimagen y nuestras relaciones con los demás.
En resumen, desde el momento en que nacemos, estamos inmersos en un proceso de formación de creencias que se desarrolla en el contexto de nuestras relaciones familiares y sociales. Nuestro lenguaje, nuestras experiencias y las palabras que escuchamos y decimos a lo largo de nuestra vida juegan un papel esencial en la construcción de nuestras creencias. Por lo tanto, es fundamental ser conscientes de cómo nuestras creencias influyen en nuestra percepción y comportamiento, y estar dispuestos a cuestionar y ajustar aquellas creencias que nos limiten en lugar de empoderarnos en nuestro camino hacia un mundo en constante evolución.Por otro lado, nosotros como cuidadores le vamos presentando el mundo al bebé, vamos dándole sentido a lo que le pasa al bebé, le vamos dando significado al acontecer.
Si lo que vives en este momento no te agrada…. ¿Estás dispuesto a cambiar tu lente?
Escrito por: Ps. Jacqueline Mery (ECHP, 2023)